Hablar de “pobreza” es, por definición, referirse a la carencia de lo
necesario para sustentarse. Si analizamos la frase anterior, podemos
notar que el concepto de “pobreza”, está totalmente ligado al concepto
de “necesidad”. Las necesidades del ser humano, corresponden a todas
aquellas cosas vitales para desarrollar su vida; podemos comprender
entonces, que existen múltiples y diversos tipos de necesidades, y por
consiguiente, de pobreza.
La pobreza es, sin duda, una de las
mayores fuentes de sufrimiento del ser humano. Ella involucra no solo a
quienes la padecen, sino al conjunto de la sociedad, en perjuicio de la
armonía de las relaciones entre sus integrantes. Por eso, constituye un
problema no solo ético, sino también social y político.
Es
cierto, que el concepto mismo de pobres, es de difícil definición, y que
está sujeto a modificaciones, cada vez más frecuentes debido al propio
crecimiento económico y a los avances tecnológicos. Se puede considerar
como tales, a quienes perciben ingresos o registran consumos inferiores a
un nivel considerado crítico; a los que carecen de agua potable,
alcantarillado, electricidad, etc.; a los que habitan en viviendas
inadecuadas, etc.
Fuera del contexto de nuestro trabajo
podemos hablar respecto de pobreza como un tema bastante polisémico;
esto se debe a que en nuestra sociedad generalmente, por no decir
siempre, nos referimos al hecho de no tener capital monetario y/o
bienes, lujos materiales o a la imposibilidad de comprender las
necesidades básicas, como lo manifestábamos anteriormente; esto se debe a
que, ya sea la falta de educación, la falta de lujos, etc. está
totalmente relacionada al no poseer dinero. Existen también, otros tipos
de pobreza, como la pobreza espiritual o moral, por ejemplo, la cual en
nuestra sociedad se ve muy acentuada; pero debido al enfoque que damos a
nuestro trabajo, no haremos más que solo nombrarla.
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